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Ritualizando el final

A pesar que la para la mayoría de nosotros la palabra momia está asociada con pirámides y faraones egipcios, la población indígena Chinchorro de Chile momificó a sus muertos desde el año 7.020 AC, miles de años antes que Egipcio comenzara a hacerlo. La muerte, ese final inevitable a nuestras historias y a las historias de nuestros seres más queridos, es algo que toda cultura ritualiza a su propia manera, inventando gestos y ceremonias que nos ayudan a enfrentar la más absoluta de las separaciones. Algunos de esos rituales permean nuestras vidas. Siendo una niña venezolana que nunca talló una calabaza hasta los 22 años, al ver los faroles de calabazas de Halloween con su luz de vela parpadeante en el cine y la televisión sentía un puente efémero entre la vida y la muerte. Pero también existen los rituales que son más secretos, los que moldean como vemos la muerte pero que están más que todo escondidos.

El embalsamiento, el cual comparte algunas técnicas y metas con la momificación, se convirtió en una práctica en los Estados Unidos durante la guerra civil al familiares tratar de preservar los cuerpos de soldados muertos para poder velar y enterrarlos en sus hogares lejanos. Hoy en día es un servicio que las funerarias ofrecen y que es usado en particular por aquellos que deciden tener un ataúd abierto para sus familiares. Jenn Park-Mustacchio, quien ha sido embalsamadora por 14 años, explicó su proceso a The Guardian, “Fijar las facciones implica cerrar los ojos y boca y poner algodón en la boca para darle a la persona una expresión más natural. Después cuidadosamente flexiono los abrazos, piernas y dedos para aliviar tensión muscular o la rigidez del rigor mortis. Pongo las manos una sobre la otra.” Luego ella drena la sangre usando una mezcla de fluidos que toma su lugar y que ayuda a hidratar el cuerpo. Muchos embalsamadores también aplican maquillaje a la cara del difunto, utilizando fotos que les da la familia para recrear la cara viviente del que para ellos es un extraño. De esa manera cuando le decimos adiós a nuestros seres queridos vemos un espejismo que esconde parte de la crudeza de la muerte. Ya que nunca he visto a un ser querido muerto que no ha pasado por este proceso, no puedo decir si quisiera que dejáramos de esconder lo que le sucede al cuerpo cuando la vida termina, pero sí me pregunto si acogeríamos a la muerte con menos miedo si tuviéramos una relación más abierta con ella.

Presentando sobre mi colaboración con mi editora el 1 de noviembre

He trabajado intermitentemente con Cristina Carrasco, la editora de mi documental en producción La época de los sollozos, por un año y medio. Ya que ella vive en Argentina y España y yo en los Estados Unidos, nunca hemos estado físicamente juntas en el mismo lugar. Estoy usando nuestra colaboración para teorizar como miembros de diásporas usan tecnologías digitales para mantener relaciones a pesar de la distancia geográfica. He sido invitada a presentar sobre este proyecto como parte del Coloquio Interdisciplinario en Michigan State University el viernes 1 de noviembre de las 12-1 pm. La presentación, titulada “Haciendo documentales feministas a través de continentes” tomará lugar en el Digital Scholarship Lab Flex Space en el segundo piso de la biblioteca de MSU. Habrá refrigerios y café para los asistentes.

Foto desentarrada del mes

Fuimos a Guanajuato, Méjico este verano, y durante nuestra última mañana allá fuimos al Museo de las Momias de Guanajuato, sabiendo poco sobre él además de que nuestro taxista lo había recomendado como una de las atracciones más populares de la ciudad. Si me hubieran preguntado qué pensé que iba a encontrar allí, hubiera descrito cuerpos envueltos en tela como las momias egipcias que había visto en otros museos. Pero este lugar era distinto. Apenas entramos nos encontramos cara a cara con docenas de momias paradas en vitrinas. Algunas tenían su largo pelo todavía en clinejas, otros estaban de traje. El verdadero shock, al menos para mí, fueron las expresiones de sus caras. Bocas abiertas, ojos aparentemente perdidos en una visión inefable. Cómo habían muerto aquellas personas? Por qué se veían sus caras así? Y debería preocuparme porque mis hijos de cinco y siete años las estaban viendo? La última pregunta se respondió a sí misma cuando los niños comenzaron a perder interés y a perseguirse el uno al otro por las vitrinas. Lo que fuera que a mí me parecía tan inquietante sobre esas caras les parecía natural a ellos, insustancial.

Al averiguar la historia del museo después, mi marido y yo aprendimos que las momias habían más que todo muerto en la epidemia de cólera de 1833. En esos tiempos había un impuesto en Guanajuato que los parientes del difunto tenían que pagar todos los años para mantenerlos enterrados. Cuando las familias no podían pagar, el cementerio exhumaba los cadáveres y por alguna razón que nunca han podido determinar claramente, los cuerpos se habían momificado. El enterrador los vistió en batas blancas y los paró contra las paredes de un cuarto. Al la voz correrse sobre las momias, la gente comenzó a ir a Guanajuato para verlas, resultando en que se fundara el museo. Cuando le pregunté a mi padrastro, quien siendo doctor ha visto gran cantidad de cadáveres, si sus caras eran el resultado de una muerte dolorosa, explicó que la mayoría de nosotros tenemos esas expresiones después de morir. Es una reacción fisiológica que no tiene relación a nuestras emociones al momento de partir. En realidad las caras que vimos no tenían nada de espantoso. Eran tan naturales como mis hijos parecieron interpretarlas.

Rediseñando constellations

Este octubre marca mi primer año como editora jefe de la revista arbitrada constellations: a cultural rhetorics publishing space. Ha sido una experiencia fantástica trabajar con nuestro brillante equipo editorial para dirigir esta publicación. Una de las cosas más gratificantes que hice este año fue rediseñar nuestra página web y crear un logo para la revista con la colaboración de mis colegas Jeff Kuure y Lauren Brentnell. Por favor chequeen nuestra nueva apariencia y los artículos innovadores que hemos estado publicando.

Teta gana su octavo premio de festival de cine

two mummies and alex
Mi corto documental Teta: una madre cuenta su historia de lactancia fue galardonado con el “Premio de mérito excepcional de excelencia” en el WRPN Women’s International Film Festival. Este es el octavo premio que recibe el documental. Al terminar su trayectoria por festivales, haremos que la película pueda ser vista en plataformas de streaming.

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