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Una noche puede cambiar el mundo
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Hace dos semanas mi esposo Nate, nuestros hijos y yo nos tomamos una muy necesitada vacación en Nueva York. No importa por donde camináramos—por restaurantes de pizza y por tiendas de alta costura—vimos la bandera arcoíris ondeando con orgullo. La ciudad donde estallaron los disturbios de Stonewall, cambiando la vida de millones de personas queer, está celebrando esa parte de su historia de esa manera capitalista tan niuyorquina. Aún si queremos cuestionar la moralidad de que estos negocios reciban ganancias por los sacrificios de los activistas de Stonewall, es milagroso que hayamos recorrido tanta distancia en 50 años, lo cual es un pedacito diminutivo de la historia humana.
Stonewall Inn era un bar grasiento perteneciente a la mafia y que no tenía licencia de bebidas. Vendían tragos de contrabando diluidos. Sin embargo, sus clientes no venían por la calidad del alcohol que servían. Era uno de los pocos lugares en la ciudad que proveía un espacio para que la gente queer pudiera interactuar libremente. No se sabe por qué nadie puso en sobre aviso al personal de Stonewall de que la policía llegaría esa noche de junio en 1969—generalmente les advertían si venían—pero apenas entró la policía, comenzaron a pedirles a los clientes que les mostraran sus identificaciones. Si el género especificado en los papeles no concordaba con como esa persona se veía, los llevaban al baño y los forzaban a desnudarse. Entonces arrestaban a las personas que no se estaban presentando bajo su género de nacimiento. La lesbiana marimacha birracial Stormé DeLarverie fue arrastrada por la policía varias veces, escapándose hasta que un policía le dio con una porra en la cabeza. Mientras la forzaban a entrar en el carro policial con la cabeza sangrándole, le pidió a la multitud congregada afuera del bar que pelearan por sus derechos. Así hicieron. Esa noche y durante los días que siguieron, miles de activistas respondieron a su llamado. Así nació una revolución. Al ver nuestro mundo aparentemente girar fuera de control con crueldad e injusticia incansable es bueno recordarse que un grupo de personas puede cambiar el futuro de millones de otras personas si dicen basta. No podemos sanar todo lo que no funciona con nuestro planeta y sus habitantes pero podemos hacer una diferencia y ayudar a resolver los problemas que más nos importan—como hicieron Stormé y los activistas que actuaron junto a ella hace medio siglo. |
Organizamos proyecciones del corte preliminar de La época de los sollozos |
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A principios de junio, tuvimos proyecciones con grupos de discusión de La época de los sollozos en nuestra casa. Tuvimos conversaciones potentes sobre lo que funciona y lo que no funciona en nuestra versión corriente. Estamos tomándonos un descanso de nuestro trabajo en el documental para reflexionar sobre como podemos implementar las fantásticas devoluciones que recibimos y para buscar más financiamiento para poder continuar el trabajo. Creo firmemente en el valor de pausar el proceso creativo porque uno regresa refrescado y con nuevas perspectivas. Me ilusiona imaginarme lo que podremos descubrir y crear cuando regresemos al documental. |
Foto desentarrada del mes |
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Siempre he sido cercana a Rima, la hermana mayor de mi papá. Toda mi vida ha tenido un sentido del humor luminoso, un corazón de artista y un espíritu rebelde, vestida como la hippie que fue en los años 60 y 70. Me costó reconocerla cuando me mostró esta foto de 1958 en la cual está adoptando una pose de flamenco en Washington. Pocos años después que esa imagen fuera tomada, se convirtió en una activista de derechos civiles, viendo a Martin Luther King dar un discurso y siendo arrestada varias veces por marchar en nombre de la igualdad racial. Fue difícil reconciliar estas historias con la mujer majestuosa y elegante que posa en esta imagen después de ensayar en el estudio donde aprendió y después enseñó flamenco. Mientras más miraba la foto, sin embargo, me di cuenta que aunque no está vestida de manera que concuerde con las imágenes de su juventud que he creado en mi mente, su pose nos recuerda a la mujer guerrera que fue y que todavía es. Tal vez no resembla a los activistas de derechos civiles de la época pero está lista para luchar por sus convicciones. Aunque la manera en que nos vestimos y nuestro corte de pelo cambia con el pasar de las décadas, tal vez la esencia de quienes somos se mantiene firme mientras averiguamos quienes somos y quienes queremos ser. |
Nuestra Presentación en la Conferencia de computadoras y escritura |
La semana pasada tuve la fortuna de presentar en un panel sobre las colaboraciones entre profesores y estudiantes de carrera y maestría para editar publicaciones digitales en la Conferencia de computadoras y escritura. Estuve muy orgullosa de Jessica Gibbons, estudiante de maestría, y Megan Elias, estudiante de carrera, por sus perspicaces y cautivadoras ideas sobre lo que han aprendido al trabajar en nuestra publicación agnès films: supporting women and feminist filmmakers. |
Mi película Teta fue proyectada en India |
Mi corto documental Teta: una madre cuenta su historia de lactancia fue fue proyectado en Buddha International Film Festival in Pune, Maharashtra, India este mes. Es el vigésimo cuarto festival de cine que muestra la película y el segundo en India. |
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Archivo de cartas comunitarias previas |