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Año nuevo al estilo venezolano

Sin duda ha sido un año complicado por todo el mundo. Ya que he reflexionado mucho sobre las numerosas tribulaciones mundiales en cartas comunitarias previas, quería que la última carta del 2018 viniera colmada de magia venezolana. Una de las cosas que aprendí con la desaparición de mi papá es que uno se siente culpable siendo feliz, mientras está sobrellevando una pérdida. Por años sentí que estaba traicionando a mi papá si pasaban días en los cuales yo no lamentara su ausencia. Ahora que soy madre, me doy cuenta que los padres queremos  que nuestros hijos disfruten su vida, que aprendan, que crezcan y que creen un mundo mejor. He aprendido a permitirme sentir felicidad aún cuando esté pasando por momentos difíciles. Nosotros los venezolanos tenemos una buena receta para crear alegría cuando se termina el año. Las tradiciones varían de familia a familia pero como país vemos el 31 de diciembre como una oportunidad para crear nuestro propio amanecer prodigioso para un nuevo comienzo. Mi mamá y yo celebrábamos los años nuevos llenos de rituales y ahora repito esa tradición con mi marido Nate y mis hijos.

Lo primero que hacemos es asegurarnos que vamos a estar rodeados de familia y amigos. Nos vestimos de fiesta y después de una deliciosa cena, escribimos nuestros deseos para el año entrante. Cuando era niña los escribíamos en el espejo del baño con pintura de labios, pero ahora usamos una hoja de papel por familia y creamos un collage de deseos con nuestras letras particulares. Entonces pensamos sobre todas las cosas que nos han hecho sufrir esta año y nos tomamos turnos lanzándolas mentalmente en un balde con agua. Justo antes que termine al año tiramos el agua por la ventana para comenzar el año sin ese peso encima. A las 12, tenemos efectivo en mano para asegurar la prosperidad y nos comemos 12 uvas en los primeros 12 segundos del año para tener buena suerte en los meses por venir. Nos abrazamos y salimos, maleta en mano, a cruzar la calle para asegurarnos que viajaremos en el año nuevo. Cuando regresamos, las mujeres que teníamos nuestras pantaletas amarillas de la buena suerte al revés, nos las ponemos de la manera correcta. Después de todo eso bailamos para darle la bienvenida al año. El 2019 sin duda será otro año complicado. Por eso quiero recibirlo repleta de energía y de alegría. Así estaré lista para las batallas que vendrán. Espero que ustedes también le den la bienvenida al 2019 con sus propios rituales.

Recibimos una nueva subvención para La época de los sollozos

Recibimos la subvención Diversity Research Network Launch Award de $5,000 para seguir nuestro trabajo en La época de los sollozos. Esta subvención me ayudará a continuar trabajando con nuestra editora Cristina Carrasco para darle forma a la película. Estamos continuando nuestra colaboración entre Argentina (donde ella vive) y los Estados Unidos (donde yo vivo) para tener finalizada una primera versión de la película para la primavera del 2019.

Foto desentarrada del mes

Cuando mis padres se casaron vivían en una bella casa en el Hatillo, un área llena de naturaleza a las afueras de Caracas. Unieron sus dos apellidos—Hidalgo y Aagaard—y le dieron como nombre a la casa Hidalgaard. Plantaron una serie de pinos alrededor de su propiedad para verlos crecer juntos. Cada navidad compraban un pino e invitaban a su familia y amigos a fiestas alegres y alborotadas. Cuando yo tenía dos añosvendimos la casa y no recuerdo ninguna de esas reuniones. Sin embargo, pasé mucho tiempo imaginándolas al ver los álbumes de fotos familiares que contaban la historia de esas celebraciones con versiones más jóvenes de mi familia congeladas en poses de goce y risa.

Después que mis padres se divorciaron, mi mamá y yo nos mudamos al lindo apartamento donde ella aún vive. No teníamos dinero suficiente para comprar un pino natural para navidad pero ella se negó a comprar uno de plástico. Quería el olor a pino en nuestro hogar y la convivencia con la naturaleza que el pino representa. Le pidió a mi Tío José, su hermano quien creaba cosas bellas en carpintería, que le hiciera el esqueleto de un arbolito de navidad de madera. Y así comenzó nuestra tradición. Cada diciembre regresábamos a Hidalgaard al atardecer. Armadas con tijeras y protegidas por la llegada de la oscuridad, caminábamos hacia los pinos que ella había plantado cuando era una joven recién casada. Mi mamá cortaba ramas pequeñas y yo las metía en una ponchera. Minutos después corríamos hacia el carro muertas de la risa y ella me recordaba que no era realmente un robo porque ella había plantado esos pinos años atrás. En la casa atábamos el pino a las ramas de madera con cintas rojas y la casa quedaba perfumada todo diciembre—con aroma a pino y al comienzo del amor del cual yo provenía. A los demás nuestro arbolito les parecía un poco extraño, pero para mí teníamos el arbolito más espectacular de toda Caracas. Todavía pienso que era así.

Mi colección editada Pixelándose a uno mismo: memorias digitales feministas ha sido publicada

En el otoño del 2015, me pidieron que diseñara un curso para estudiantes de maestría y doctorado en la universidad de Michigan State donde trabajo. Diseñé un curso que examinaba como las historias personales se pueden mezclar con ideas académicas y los medios digitales. Ocho de los proyectos finales de la clase fueron de tan alta calidad que los convertí en una colección editada, Pixelándose a uno mismo: memorias digitales feministas. La colección contiene historias personales poderosas y matizadas contadas a través de textos web, videos, podcasts, collage y recetas de cocina. Fue publicada por la serie académica Intermezzo y puede ser leída gratuitamente. Aún si no eres académico las historias presentadas en esta colección te llegarán con su corazón y su sabiduría.

Mi video sobre el argentino David Lamelas es presentado en el Museo de Arte Broad

Este verano, me contactó el Museo de Arte Broad de la universidad de Michigan State para pedirme que creara un video corto sobre la creación de su exhibición “David Lamelas: Ficción de una producción.” El video los deja ver lo que raramente se logra ver: el proceso creativo de preparar una exhibición para un  museo. También aprenderán sobre el fantástico trabajo de David.

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