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El email que abrió un portal mágico

 

A mediados de diciembre recibí un email de una editora en una compañía de distribución que no puedo todavía revelar, preguntándome si quería escribir un ensayo sobre el corpus de trabajo de Agnès Varda. Varda, mi cineasta favorita, por quien nombramos a agnès films, la publicación sobre cineastas mujeres y feministas que cofundé en 2010, murió en marzo del 2019 a la edad de 90 años. Dejó un legado espectacular no solo de haber hecho exactamente las películas que quiso hacer pero de inspirar a otros cineastas a hacer lo mismo. También dejó un vacío—un vacío juguetón, tolerante y feminista que no sabía yo como llenar. Cómo podemos relacionarnos a aquellos que ya no están junto a nosotros? La invitación a escribir este ensayo inadvertidamente me dio una respuesta a esa pregunta. Me dio permiso a pasar dos semanas con las películas de Varda, viendo a veces cuatro por día y escribiendo miles de palabras de notas al tratar de descubrir lo que mi ensayo diría sobre la mujer que nunca conocí y que sin embargo extraño tanto.

Y así fue que al comenzar el año 2020 me fui de viaje al mundo que Varda creó. Paseé por sus imágenes idiosincráticas—sus papas en forma de corazón, sus barrigas embarazas desnudas, sus planos cerrados de las caras de los desconocidos indigentes que ignoramos cuando pasan a nuestro costado. A veces las veía con mis hijos, quienes se quedaban embelesados con sus películas a pesar de no hablar francés. Más que todo, sin embargo, las vi sola. Sentí una alegría profunda e inefable durante esas dos semanas, una sensación de que el mundo no estaba roto sino repleto de curiosidades deliciosas y de pequeñas explosiones de bondad. No fue hasta que vi a Varda hablando sobre una de sus películas que comencé a entender por qué su cine siempre me hace sentir esperanza. Simplemente dijo, “No juzgo a los demás” y por fin entendí. La razón por la cual sus películas son un lugar tan exquisito y transformativo a visitar es que ella no juzga a sus personajes ni al mundo donde viven. Tuve la fortuna de residir en un universo donde no se pasaba juicio sobre los demás por dos semanas embriagadoras. Varda observa, aprecia, se deleita con lo extraño y acoge al dolor. Ya que las elecciones primarias nacionales americanas pronto van a tomar lugar en el estado de Iowa y que el resto del mundo tiene que encarar el turno global hacia la derecha, es bueno recordarse que no necesitamos juzgar a los que no entendemos. Podemos escucharlos y tratar de reconocer su humanidad y tal vez hasta conseguir algo prodigioso en ellos.

Mi artículo publicado en Composition Studies

Mi artículo “Aventuras en edición de documental colaborativa a través de continentes, o como aprendí a hacer mejores películas,” fue publicado en la revista Composition Studies. En el artículo examino lo que he aprendido al colaborar con mi editora, Cristina Carrasco, en La época de los sollozos y como el traer habilidades distintas a un proyecto colaborativo puede llevar a resultados más matizados y profundos, y tal vez más importante aún, nos invita a redefinir nuestro concepto del proceso creativo.

Foto desentarrada del mes

Al tratar de decidir sobre qué foto quería escribir para la carta comunitaria de este mes, me recordé de una imagen que mi esposo Nate había tomado de mí en el 2005 durante nuestro primer viaje juntos a París. Quería compartir la belleza melancólica del cementerio Pére Lachaise con él y como ocurrió la primera vez que estuve allí, al cruzar las puertas del cementerio el sonido de la ciudad fue absorbido por los árboles que traen vida a ese lugar de descanso de los muertos. De repente lo único que oíamos eran las hojas meciéndose en la brisa y los pájaros trinando. A pesar que el cementerio es hogar de muchos habitantes famosos como Edith Piaf y Jim Morrison, siempre me sentí más intrigada por esos sobre los cuales no sé nada. Qué historias duermen dentro de las casas que aquellos extraños habían construido para acoger a sus cuerpos después de la muerte? Al caminar por el mausoleo de la familia Leriche, me sentí captivada por las imágenes de dolor sin rostro que habían elegido construir en él. Parecían decir que la muerte puede ser tan drástica en su desprendimiento de los que amamos que nuestras facciones desaparecen al lamentar su ausencia. Nuestro cuerpo entero se disuelve en el pesar—al menos temporalmente, y en el caso de este mausoleo con la permanencia de las piedras. Al posar para esta foto, mi pañuelo se enganchó en el pie de una de las columnas, un recordatorio, tal vez, que me inmiscuía en las vidas y muerte de extraños.

No sabía como iba conectar la foto a Varda pero sentí que así y todo era la opción acertada. Entonces al ver su cortometraje Les dites cariatides, la conexión apareció en la pantalla. En ese documental, Varda examina la historia y el significado de las docenas de columnas en forma humana—la mayoría en forma de mujer—que fueron construidas en París al final del siglo diecinueve. Ella termina la película con una historia sobre el poeta Baudelaire, quien por años cortejó a una mujer, la Señora Sabatier, con súplicas en rima. Finalmente ella cedió a su juego de seducción y se entregó a él. Baudelaire le mandó una carta al día siguiente, explicando que ya no la quería porque antes que consumaran su amor había sido una diosa. Ahora era solo una mujer. Varda dice que uno podría llorar por la crueldad de lo que él hizo pero que lo que la hace llorar aún más son los últimos años de Baudelaire, cuando a pesar de ser famoso, estaba pobre, amargado y enfermo. A los 45 años, perdió la habilidad de hablar después de caerse en una iglesia. Murió 18 meses después, aún privado del habla. Es al lamentar el final de Baudelaire que vemos la representación de la tristeza sin faz delante de la cual había yo posado en el 2005. La columna que ella filmó es un poco distinta pero contiene el mismo dolor sin rostro y sin palabras. En el universo de Varda, aprendemos sobre la maldad de Baudelaire y aún así lamentamos su triste fin en piedra y en nuestros cuerpos, como la familia Leriche se lamentó a sí misma en Père Lachaise.

Mi cortometraje documental Teta será proyectado en febrero en Lansing

Mi película Teta: una madre cuenta su historia de lactancia, que ha sido seleccionada para 27 festivales de cine por el mundo y que ha ganado 8 premios de festival, será proyectada en el MSU Latinx Film Festival el sábado 15 de febrero a las 10am en el Lansing Media Center. Habrá una conversación con la audiencia después de la proyección para la cual miembros del elenco y del equipo de cine estaremos presentes. Espero que logren acompañarnos. Pueden aprender más sobre la película y el festival en esta página web.

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