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La noche que me salieron alas de baile

Tenía 15 años la primera vez que de verdad disfruté bailar en público. Había pasado una semana en Rincón Grande, un campamento de verano a horas de Caracas, la ciudad donde nací. Durante la última noche celebramos una semana de juegos bajo la luz del sol y de cartas de amor secretas intercambiadas bajo la luz de la luna con una noche de baile. Hasta ese momento había sufrido una litanía de fiascos de baile en los cuales mi cuerpo no se movía al ritmo de las caderas de mi pareja mientras los sonidos del merengue y la salsa guiaban a los demás a tener movimientos agraciados y coordinados. A pesar que había comenzado aquella noche en Rincón Grande bailando engorrosamente en los brazos de mis varias parejas algo milagroso ocurrió a media fiesta. De repente música de tambores emergió de las cornetas, seductiva y firme en su llamado. Formamos un círculo y nos tomamos turnos caminando al medio de él solos o en pareja y moviéndonos como la música nos comandaba a movernos. Después de nuestro momento como foco de atención regresamos a bailar juntos en el círculo mientras otros se expresaban a su estilo. Fue en medio de esa mezcla de comunidad e individualismo que nació mi amor profundo a la danza. Ese día me salieron mis alas de bailarina.

Un año después me mudé a los Estados Unidos y los tambores se convirtieron en un evento esporádico que ocurría solo durante mis periódicos viajes a Venezuela. Hace dos semanas fui a un evento de la banda RicanStruction de Detroit, la cual es dirigida por el activista, historiador y músico Ozzie Rivera. Mientras Ozzie y su sobrino tocaban los tambores, tres mujeres en faldas largas y camisas de joropo bailaban. Ozzie explicó que este baile, llamado Bomba, comenzó en los años 1600s. Los esclavos en las haciendas bailaban los sábados por la noche para hacerse los horrores de la esclavitud más llevaderos. Cada miembro del grupo entraba al círculo, le pedía la bendición al tamborero principal y se movía como la música lo invitaba a moverse. Después otro miembro tomaba su lugar. A pesar que muchos de los que pasamos horas bailando en estos círculos no conocemos la historia de este baile, la tradición sigue presente en el Caribe con cada país dándole su propio sabor.

Mientras Ozzie describía la tradición, veíamos a las tres bailarinas tomar su lugar y expresar una eternidad de alegría y dolor con cada movimiento travieso. Entonces nos llamaron al escenario a nosotros y uno por uno nos tomamos nuestro turno y dejamos que los tambores nos guiaran con su llamado inescapable. Nunca había sido parte de un círculo internacional como este. Al contrario de mis experiencias de baile en Venezuela aquí había una multitud de países representados con cada persona moviéndose al ritmo de su crianza, del sonido de sus idiomas maternos y sus canciones de infancia. Me di cuenta que estaba observando a los Estados Unidos en toda su riqueza en ese momento, una comunidad de personas de un sinfín de culturas uniéndose para celebrar nuestra humanidad común y la manera en que nuestros distintos pasados generan un bello baile extraño e hipnótico. En ese momento no pude haber estado más orgullosa de ser una de las voces que se unen para contar la historia norteamericana.

Mi primer largometraje Desapareciendo fronteras puede ser visto en Vimeo

Mi documental del 2014 Desapareciendo fronteras que ha sido selección oficial de festivales de cine en tres continentes y que ha sido proyectado en universidades por los Estados Unidos, está finalmente disponible para ser rentado o comprado en Vimeo. La película cuenta la historia de cuatro mujeres inmigrantes que viven en Nueva York y que transforman sus comunidades con su trabajo y su activismo. Es una historia llena de esperanza sobre como la inmigración enriquece la vida de los inmigrantes que vienen a este país y con quienes ellos comparten su cultura, conocimientos e historias. En este año de elecciones americanas, al vivir bajo un presidente que es abiertamente hostil a las mujeres y a los inmigrantes y que está tratando de ser reelecto, esta es una historia que tiene que ser oída. Felizmente me comunicaré por video conferencia con las clases de quien quiera enseñar esta película. Tenemos una guía para dirigir discusiones con estudiantes que profesores pueden utilizar.

Foto desentarrada del mes

Mis padres y yo nos mudamos a Manhattan de Venezuela por un año cuando yo tenía casi tres años en 1980. A pesar que mi papá había crecido en los Estados Unidos, Nueva York era un mundo nuevo para mi mamá y para mí, un mundo que nos gustaba pero donde no nos sentimos inmediatamente en casa. Tomamos esta foto desde la Estatua de la libertad semanas después de nuestra mudanza. Por años cada vez que veía la foto lo primero que se me venía a la mente eran las Torres Gemelas y la herida global que dejaron con su ausencia. Ahora también veo que claramente tengo puesta la chaqueta de mi papá. Tal vez no me habían todavía comprado una para ayudarme a encarar mi primer invierno. También me doy cuenta que hay conflicto en mi postura, me agarro a mi mamá con las piernas pero trato de alejarme de ella con el resto del cuerpo. Es el gesto de querer pertenecer sin perder nuestra identidad. La pregunta eterna del inmigrante. Y además está el río amplio entre la ciudad y nosotros. Una pared nos separa del agua y el agua nos separa de la isla donde tanto arte, aventura y amor transcurren. Y sin embargo, hay puentes y barcos y el simple deseo a pertenecer—aún si también queremos mantener parte de donde venimos siempre viva dentro de nosotros. El mudarse a otro país es un acto infinitamente complicado pero también una de las cosas más generativas y transformativas que uno puede hacer. Pared o no pared. Estamos aquí y enriquecemos a los Estados Unidos al mismo tiempo que este país nos enriquece a nosotros.

Estamos trayendo a Ariel Dougherty, la co-fundadora de Women Make Movies, a Michigan State University el 23 de marzo

Estoy muy orgullosa de anunciar que Ariel Dougherty—cineasta feminista, activista icónica y co-fundadora de Women Make Movies—vendrá a Michigan State University en marzo. Seré la anfitriona de una conversación que tendremos con ella después de la proyección de dos cortometrajes The Women’s Happy Time Commune (1972) de Sheila Page y Sweet Bananas (1973) dirigida por Ariel. El evento tomará lugar el lunes 23 de marzo de las 7-9pm en el salón 145 del edificio College of Communications Arts and Sciences (404 Wilson Road, East Lansing). Por favor acompáñennos para ver cine revolucionario y para una conversación evocativa sobre el trabajo de Ariel.

Voy a presentar películas de Laura Huertas Millán en el Museo Broad de Michigan State University el 10 de marzo

Voy a introducir y guiar una conversación sobre los cortometrajes de la cineasta colombiana Laura Huertas Millán, los cuales entrelazan imágenes deslumbrantes de naturaleza, retratos de culturas indígenas y narrativas experimentales para crear historias desafiantes sobre el colonialismo y sus efectos persistentes en América Latina. La presentación tomará lugar en el Museo Broad de Michigan State University el martes 10 de marzo de las 7-9 pm.

Mi cortometraje Teta fue proyectado en el MSU Latinx Film Festival

Tuvimos una proyección fantástica de mi cortometraje Teta: una madre cuenta su historia de lactancia en el MSU Latinx Film Festival este mes. Tuvimos la fortuna de tener presentes a la compositora de la banda sonora de la película, Lena Miles, y a la diseñadora de la página web y el afiche, Hannah Countryman, para la discusión que tuvimos después de la proyección. Juntas compartimos con la audiencia un relato polifacético sobre nuestro proceso creativo.

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