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Melancolía de enseñanza en casa

Desde que quedé embarazada de mi primer hijo, William, sentí que la maternidad era—de todos los roles que he desempeñado en mi vida—el que haría mejor. De recién nacido William se sentida sólido y entero en mis brazos y siempre sabía como calmarlo. Me costó un poco aprender a criar a dos niños cuando Santiago nació dos años después, pero pronto conseguimos un ritmo feliz. Nuestro amor es vasto y elástico y se adapta a la mayoría de las situaciones. Una cosa que siempre supe, sin embargo, es que no quería educar a mis hijos en casa. Quería compartir su crianza con profesionales de educación y dejarlos que aprendieran a construir relaciones con sus compañeros sin mi supervisión. Quería que tuvieran un mundo propio de ellos el cual yo solo conocería a través de sus historias y de visitas breves para eventos especiales como los bailes y conciertos escolares.

Tenemos la fortuna de vivir en un vecindario que tiene una escuela pública excelente a la cual podemos caminar juntos todos los días, pero ahora, como escuelas por todo el mundo, esa escuela está cerrada. Sabiamente tomando en cuenta que no todos los estudiantes tienen acceso a la internet en sus casas, la escuela de mis hijos solo nos está dando actividades opcionales aunque siguen fielmente distribuyendo comida una vez por semana a los estudiantes que dependen de ella para su sostenimiento.

Mi marido Nate y yo todavía estamos trabajando. Tenemos la suerte de poder trabajar desde nuestra casa y de tener un jardín donde los niños pueden correr y jugar, pero nuestros días se sienten como que estamos empujando a los niños al lado todo el tiempo para lograr continuar a hacer nuestro trabajo. Paso una hora o dos con los niños todas las tardes como he hecho desde que comenzaron el colegio, pero antes jugaba con ellos y ahora siento que deberían estar haciendo cosas educacionales para compensar todo ese tiempo de educación perdido, lo cual hace que los niños sientan que no se divierten conmigo como antes. Como millares de padres, Nate y yo sentimos que estamos caminando por gelatina semi-coagulada al tratar de decidir como vamos a enfrentarnos a este atolladero educacional indefinido. En una historia sobre como sobrellevar el tener a los niños en casa, NPR sugirió dejar que los niños exploren proyectos por los cuales sientan pasión y para los cuales no había tiempo antes y que seamos tolerantes con nosotros mismos y con nuestros hijos. Si no podemos enseñarles tanto como nos parece que deberían estar aprendiendo debemos sentirnos en paz con eso. Es difícil hacer eso cuando no sabemos por cuanto tiempo durará esta situación pero por primera vez en la historia del mundo estamos todos sobrellevando la situación juntos. Todos estamos suspendidos en este momento extraño, conteniendo la respiración mientras soñamos regresar a nuestras vidas normales. No estoy segura como esta experiencia cambiará como serán esas vidas pero tal vez seremos más tolerantes con nosotros mismos y con los demás cuando finalmente emerjamos al mundo una vez más.

Pueden ver mi primer largometraje Desapareciendo Fronteras en Vimeo

Al capear la cuarentena pueden ver mi documental del 2014, Desapareciendo Fronteras, que pueden rentado o comprado en Vimeo. La película cuenta la historia de cuatro mujeres inmigrantes—Teboho Moja de Sudáfrica, Melainie Rogers de Australia, Daphnie Sicre de España y Ecuador y Yatna Vakharia de India—que viven en Nueva York y enriquecen la ciudad con su trabajo y su activismo. Véanla para tener un momento de esperanza y positividad en estos tiempos confusos.

Foto desentarrada del mes

Mis padres y yo vivimos en Nueva York por un año cuando yo tenía tres años. Durante ese tiempo estudié en una escuela Montessori a la cual mi papá me llevaba caminando todas las mañanas. Solo tenía memorias vagas y cálidas de la escuela hasta que conseguí esta foto entre las pertenencias de mi papá a los 21 años. Soy la niña triste agarrando un mapache en frente del maestro sonriente con bigotes, pero ya que tengo muchas fotos mías apesumbradas de ese tiempo (mis padres se estaban divorciando), lo que me atrae de esta foto son los otros niños que fueron sin duda partes vitales de mi vida por un año pero sobre los cuales no sé nada ahora. No tengo idea cómo se llamaban o de dónde venían o con cuáles me gustaba jugar más. Sin embargo, me siento conectada para siempre a esas caras y agradecida que estuvieron en mi vida. Parecen un grupo de niños felices, completamente libres de la rigidez usual de retratos escolares. Me gusta imaginar que esta imagen captura el estilo de aprendizaje en esa escuela—relajado y lleno de risa, juegos y exploración. Cada vez que veo esta foto (está guindada en mi oficina) sueño que alguna de la magia de esa escuela todavía da forma a mis pensamientos y a mis ideas sobre el aprendizaje y la amistad hasta el día de hoy. Estoy segura que de alguna manera lo hace y siempre lo hará.

17 series creadas por mujeres para entretenerte durante la pandemia

El equipo editorial de agnès films—Mimi Anagli, Megan Elias, Kara Headley, Tiffany McIntyre, Sophie Schmidt y yo—hicimos un lista de programas de televisión que prometemos harán que la pandemia pase mucho más rápido. Pueden leer nuestro artículo y nuestras explicaciones sobre lo que amamos de cada uno de esos programas en el artículo “Binge-worthy, Women-Created Shows to Take You Places During Your Self-Isolation.”

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